Los libros de mi infancia

Ya tardaba en salir el tema, ¿verdad? Y como siempre, he decidido empezar por el principio, aunque ya he hablado un poco de ello en la entrada Mi horrible experiencia en el sistema educativo (Primaria), cuando dije que leía miles de libros en la biblioteca del colegio mientras mis compañeros asistían a las clases de religión. Por supuesto también leía en mi casa antes de dormir, pero lo que más recuerdo de esta etapa es esa biblioteca y esas horas a la semana donde yo podía elegir con libertad y donde nadie me molestaba. Ojalá pudiera acordarme de todos los libros que leí por entonces, aun así, me dispongo a nombrar la gran mayoría. Y antes de nada y como ya he dicho más de una vez, me haría una gran ilusión que vosotros me dejarais en un comentario vuestros libros de la infancia o el primero que recordéis haber leído.

¡YA LEO SOLA!


Antes de Kika Superbruja hubo otros libros con ilustraciones, lengüetas, pictogramas y demás ayudas para niños que empezaban a leer, carentes de una historia como tal. Por eso, Kika Superbruja revoluciona la clase, de Knister, lo empezó todo. Y fue tal el esfuerzo que me llevó leerlo que recuerdo más mi incredulidad por haber alcanzado el final que la propia historia, aunque en ella descubrí el concepto de inspector de escuela, algo que nunca viví en la realidad. Tampoco la magia, obviamente. Dicha magia, por cierto, se caracterizaba por incluir dos trucos caseros al final del libro, vetados con una maldición que caería sobre el lector si los consultaba antes de terminarlo. En mi caso esta advertencia funcionó a la perfección convirtiéndose en un buen aliciente para seguir leyendo. 

No sé cuántos libros componen la saga de Kika Superbruja. Lo que sí sé es que un día fui al supermercado con mi madre para escoger otro y descubrí que había millones. Como se suponía que no existía un orden de lectura, me decanté por el que parecía tener más fantasía, además de unos brillos dorados en la portada que me llamaron poderosamente la atención. Este era Kika Superbruja y la espada mágica, en el que la protagonista viajaba a la leyenda del rey Arturo.  

Por suerte no me quedé anclada en estos libros y descubrí otro que visto hoy en día resulta más que revelador. Y es que encima estaba obsesionada con él. Lo leía el profesor en clase y yo por desgracia no lo tuve nunca en mis manos, así que recuerdo que por las tardes reproducía en una libreta lo que el profesor había leído ese día, con los dibujos incluidos. Este era Una jirafa de otoño, de Andrés Guerrero. Y basta con que leáis el argumento para que veáis la similitud del mismo con los problemas que ya manifestaba por entonces: 

"Una jirafa descubre que una de sus manchas parece una hoja y, al escapar de un león, todas las manchas se le caen del cuerpo. Avergonzada, se aleja de sus compañeras y encuentra otros animales: un hipopótamo rosa, un elefante volador... Al final aprenderá que no importa ser diferente a los demás". 

EL BARCO DE VAPOR SERIE AZUL (+8 AÑOS)


Como nadie me había explicado la distribución de la biblioteca del colegio el primer día que me metieron en ella, yo me arrimé a una editorial que estaba ordenada fácilmente por edades según el color: El barco de vapor, ya que me preocupaba mucho leer un libro que no se correspondiese con esta por si no lo entendía. Después mi madre empezó a comprarlos también para leer en casa, y es por esto que no sé distinguir con seguridad cuáles son los que descubrí por mí misma y cuáles los que me compró ella. Sin embargo leí títulos tan emotivos como Jacobo no es un pobre diablo, de Gabriele Heiser:

"Narra la historia de Jacobo, un albatros que no sabe volar, por lo que el consejo de ancianos quiere expulsarlo. Sus padres evitan su expulsión y hacen comprender a los demás que aunque no vuela, puede hacer otras muchas cosas".

Y tan imaginativos como Historias de Ninguno, de Pilar Mateos:

"Ninguno es un niño pelirrojo, tan pequeño que nadie repara en su presencia. Un día conoce a Camila, una niña con el pelo de color de la hierba; esta le regala una caja de lápices de colores por haberla ayudado. Ninguno descubre sorprendido que todo lo que dibuja con esos lápices toma vida". 

Y otros que no me gustaron tanto, como Ingo y Drago, de Mira Lobe:

"Al buscar la pelota que ha perdido en el parque, Ingo encuentra un huevo enorme. Se lo lleva a casa y lo cuida hasta que de él nace un pequeño dragón, Drago. Toda la familia de Ingo se encariña con él, pero según va creciendo a toda velocidad, se convierte en un problema". 

Y La fábrica de nubes, de Jordi Sierra i Fabra:

"Todos saben que las nubes se hacen en fábricas, como la que hay en Pampelum, ciudad donde ocurre esta historia. Ahí se han quedado sin pintura para nubes (no es lo mismo una blanca algodonosa que una negra que anuncie tormenta). Por fortuna, Plub, el pintor, tiene la solución perfecta, o eso cree él".  

Pero uno de los primeros que recuerdo haber encontrado por mi cuenta fue Gran-Lobo-Salvaje, de René Escudié. Y gracias a él pasé de tener que ir a la biblioteca a querer ir. Lo que yo sentía por ese libro era auténtico amor. Tanto, que mi madre me lo compró en una edición con las ilustraciones en color. La historia empezaba con una escena muy dura entre un padre y su hijo, pues trataba temas muy adultos, y uno de ellos era la espiritualidad, cosa que yo por entonces desconocía. No obstante, lo cierto es que sin saberlo despertó en mí el deseo de buscar aquello que hay más allá de lo que vemos.

"A Tritus, un perrillo negro, lo abandonan en el arcén de una autopista. Es rescatado por otro perro, el viejo Pompón, al cual sigue en la búsqueda del Gran-Lobo-Salvaje, el lejano antepasado de todos los canes".

EL BARCO DE VAPOR SERIE NARANJA (+9 AÑOS)

 
Aquí hay una gran cantidad de títulos, pues tal como dije en la mencionada entrada, a partir de cuarto de primaria ya no podía ir a la biblioteca en las horas de religión debido a que estaba sobrepasada por los deberes. Es por esto que casi no seguí más allá de los recomendados para nueve años. Empezaré por los que menos me llamaron la atención, como Mendelson y las ratas, de Joan Aiken:

"Al norte de Inglaterra, en el Parque de Medianoche, vivía un viejo poni llamado Mendelson. Había dos cosas que el señor Mendelson adoraba: la luna y la música. No sabía tocar el piano, pero sus amigas las ratas lo hacían muy bien, y todas las tardes, a las seis, había concierto".

¡Saltad todos!, de Ken Whitmore:

"Federico vive en el campo con sus tíos, pero un día su vida cambia para siempre. Se encuentra en el bosque con un topo que le cuenta que el mundo va a ser destruido". 

Apareció en mi ventana, de Alfredo Gómez Cerdá:

"Cree que en casa no tiene a nadie. Por eso adopta de buena gana al mukusuluba que ha aparecido en su ventana. Claro, este visitante imprevisto no es como Gil había imaginado".

El velero rojo, de A. Grin/W. Fährmann:

"Un recopilador de canciones cuenta a la pequeña Assol que un príncipe llegará en un barco de velas rojas y la llevará a su reino. La muchacha no puede olvidar la historia y espera que se cumpla". 

Luego vinieron otros de nuevo muy imaginativos, como Con la cabeza a pájaros, de José Antonio del Cañizo:

"Cuando Julia y Trompo están con el abuelo, ocurren cosas increíbles: las sillas crecen; los ahogados viven felices en el fondo del mar, y para zambullirse en un cuadro basta con ponerse aletas y gafas de bucear". 

Tan tiernos como Nano y Esmeralda, de Alfredo Gómez Cerdá: 

"Un día, casi le atropella una viejecita con su bicicleta. Su amiga Arancha le dice dónde puede localizarla y Nano va en su busca. Entre ellos nace una gran amistad. La viejecita se llama Esmeralda, es una bruja que sabe tejer muy bien y vuela con su bicicleta". 

Tan oscuros como Los hijos del vidriero, de Maria Gripe: 

"El vidriero y su esposa tienen dos hijos, Klas y Klara. Su hogar es muy pobre, pero tienen lo suficiente para vivir y se quieren mucho. Un día, los niños desaparecen en una feria y sus padres no pueden encontrarlos por ningún sitio. Han sido secuestrados por el Señor de la Ciudad de Todos los Deseos, para cumplir un anhelo de su mujer: tener hijos". 

Tan fantásticos como La princesa de los elfos, de Sally Scott:

"La princesa Florelise se prepara para recibir a su prometido, el príncipe Armandel. Pero algo pasa esa noche mientras esperan a la princesa en el salón de recepciones donde se da una gran fiesta. Con el correr de los días, su salud no es buena". 

Con Mi hermana la pantera, de Djibi Thiam, me sucedió algo gracioso. El libro describe con todo lujo de detalles el enfrentamiento de un hombre con una pantera y yo, para no perderme esos detalles, recuerdo buscar en el diccionario palabras como "coágulos" y "vísceras". Un día el profesor que me acompañaba a la biblioteca me vio leyéndolo y me preguntó si no me resultaba desagradable. Y yo le dije: "no, es muy interesante".

Cuando descubrí El rey Arturo cabalga de nuevo, más o menos, de Moleón Viana, el más gordo que leí de esta editorial, le hablé de él a mi madre y le pareció tan divertido que lo compró en el supermercado y lo acabé de leer con ella en casa.

Uno de los últimos que leí fue El verano de la sirena, de Mollie Hunter, cuyo corte fantástico me cautivó desde el principio:

"En los mares del norte de Escocia reina una sirena a la que todos temen menos Eric. Sus nietos, Anna y Jon, quieren mucho a su abuelo. La sirena se venga de Eric y de todos los habitantes de la aldea y Eric tiene que irse del pueblo". 

Pero el que probablemente me llegó más al corazón fue El fabricante de sueños, de Torcuato Luca de Tena. Algunos de los sueños que describía recuerdo que eran ideas que alguna vez se me pasaron por la cabeza. 

"Mariví escribe una entusiasta carta a su querida amiga Lupe. Necesita contarle, lo antes posible, que sus padres le han hecho un extraño regalo de cumpleaños: la llevaron a una casa, en el bosque, en la que habita un viejo fabricante de sueños; estos se hallan contenidos en pastillas de colores. Para vivir los sueños hay que ponerse las píldoras sobre la frente justo antes de dormir. Entonces, es posible tener los sueños más extraordinarios y, en ellos, la niña vivirá aventuras asombrosas".

Tampoco puedo olvidarme de mencionar los libros que leí en gallego y que me encantaron, como O misterio dos fillos de Lúa y O misterio do cemiterio vello, de Fina Casalderrey; O buzón dos nenos, de Ursula Heinze; y Primeiro libro con Malola, de Xoan Babarro y Ana María Fernández.

OTRAS EDITORIALES

 
Un libro que me llamó mucho la atención en su día aunque me decepcionó un poco por lo raro y misterioso que era al final, fue La magia más poderosa, de Carlo Frabetti: 

"El enano Ulrico siente la insaciable curiosidad de conocer los secretos de la magia y, llevado por su enorme deseo de aprender, recorrerá el mundo en busca de dichos conocimientos. En su accidentado viaje, princesas encantadas, brujas, enanos y hadas se cruzarán en su camino y le harán vivir las más extrañas y divertidas situaciones". 

En esta etapa hay una autora que destaca por encima del resto gracias a que me la he ido encontrando más de una vez en mi infancia, y más de una vez también en mi adolescencia con libros obligatorios en el instituto, pero que me gustaron igualmente, lo cual tiene muchísimo mérito. Esta es Marilar Aleixandre, cuya historia de fantasía, Nogard, fue la primera que leí de ella en casa, y tiempo después me encontré con la continuación, un libro sobre el que llegué a fantasear mientras lo leía, pues me encantó: La vaca de Fisterra y la viga de alquitrán: 

"El mundo de los dragones está en peligro. Miro ayudará a la bella e intrépida Morgana a desbaratar los planes de unos ambiciosos empresarios que pretenden beneficiarse a costa de la destrucción de la ciudad de los dragones".

EL BARCO DE VAPOR SERIE ROJA (+12 AÑOS)


La hija del espantapájaros, de Maria Gripe, fue el último libro que leí de esta editorial, y lo leí en casa. No recuerdo mucho de él, salvo que creo que tiene un cierto parecido con Heidi, solo que más onírico, como todo lo que escribe esta autora. 

"El libro cuenta la historia de una niña, Loella, que vive en una cabaña del bosque cuidando de sus hermanos pequeños, pues su madre se marchó a trabajar a América. Loella tiene que lidiar con los problemas que se le presentan día a día; su mejor amigo y confidente es un espantapájaros al cual llama Papá Pelerín. Al cabo del tiempo debe irse a la ciudad donde convive con nuevas personas y vive nuevas aventuras, pero para ella nada se compara con la paz y tranquilidad del bosque". 

HARRY POTTER


Si hay un libro que ha marcado mi infancia y adolescencia, ese es Harry Potter. Leí el primero de la saga con ocho años después de haber visto la película, y continué leyendo cada uno antes de ir al cine a ver la correspondiente adaptación. Me gustaba tanto que lo reservaba para leer todas las noches antes de acostarme menos el fin de semana, así tenía un motivo para afrontar el lunes con ilusión. Y por todo esto sólo puedo decir: gracias, J.K. Rowling.

Comentarios

  1. Ulalá... yo también leí "Mendelson y las ratas" ^_^
    Tuve una fase nostálgica con el Barco de Vapor y reseñé mi lectura favorita de la infancia:
    http://yordibiblioteca.blogspot.com/2017/04/el-barco-de-vapor.html

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    1. Pues Mendelson y las ratas fue seguramente el primero que leí de la serie naranja, y me suena leerlo en casa. Es que El Barco de Vapor fue la infancia de muchos. En mi caso porque fueron los primeros libros infantiles que encontré en la biblioteca, jajaja.

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  2. Caray... Mi memoria no funciona tan bien como la tuya a la hora de recordar libros de mi infancia. Sí recuerdo que cayeron en mis manos diversos tebeos de Mortadelo y Filemón, los primeros de Harry Potter, algunos de Barco de Vapor que no soy capaz de recordar, incluso uno o dos de Kika Superbruja.
    Aunque de lo que sí me acuerdo con mucha viveza es que teníamos en casa el cuento ilustrado de El soldadito de plomo, sé que fue de los primeros cuentos que leí y no podía dejar de leerlo una y otra vez a pesar de que su final me deprimía muchísimo. Me parecía muy injusto y macabro. Lo releía indignado esperando que alguna de esas veces el final cambiase por arte de magia, jajajaja.

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    1. Pues te aseguro que recordar libros de mi infancia ha sido bastante más fácil que recordar series de las que a lo mejor sólo he visto un par de capítulos. Yo también tuve una etapa de leer tebeos de Ibáñez cuando me los traía mi padre, y mi favorito era sin duda 13, Rue del Percebe. Me parece curioso que los dos nos iniciáramos con Kika Superbruja.

      El soldadito de plomo y otros cuentos de Andersen, Sapo y Sepo, Osito y demás historias que ya no recuerdo pertenecen a una etapa en mi vida en la que mi madre me leía todas las noches, y que están por tanto ligadas a su voz y a esos momentos de una forma tan profunda que ya no podría verlas como algo independiente.

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  3. Yo también creo haber leído todos o casi todos los libros de El barco de vapor
    Leer era una de las actividades caseras que mas me gustaban de pequeña, leía muchiiiisimo y ojala todo el mundo lo hiciera, se aprende un montón, tanto del mundo exterior como del interior
    Tengo muy mala memoria y no recuerdo a voz de pronto muchos de los libros que he leído y me han marcado, pero si se me vienen a la cabeza de repente tanto la historia interminable como mi amiga Flicka (un caballo)
    Que viva la lectura!!!

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    1. Uf, pues si leíste todos o casi todos los libros de El barco de vapor... ¡sí que leías muchísimo! Es una lástima que no los recuerdes, pero es normal. Mucha gente recuerda con más facilidad una película que un libro porque las imágenes tienen un mayor impacto, aunque a veces olvidemos toda la historia. No obstante, si esta es buena y nos gusta no la olvidamos jamás.

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