La historia de amor más grande del mundo

"Llamaban al Titanic El buque de los sueños. Y lo era, realmente lo era...".


Creo que todos estamos de acuerdo con esto. En 1997 James Cameron revolucionó la historia del cine con esta epopeya de amor y muerte, ganando once premios de la Academia con un género que no tardaría en ponerse de moda: el cine de catástrofes. Curiosamente, este es el que a mí más me cuesta ver y por lo tanto el que menos me gusta. ¿Y por qué entonces considero Titanic como mi película de amor preferida? Pues muy sencillo. Porque tiene una historia más allá del famoso hundimiento del transatlántico. Y esto es algo que todas las cintas de catástrofes parecen olvidar. Por muy efectistas que pretendan ser, por mucho sufrimiento que deseen mostrar, si sus protagonistas no nos conmueven, si la empatía con ellos es inexistente, la película no va a destacar por encima de las otras como sí lo hace Titanic, cuya catástrofe no es más que un mero telón de fondo para lo que pretendo analizar a continuación: sus personajes.

ROSE DEWITT BUKATER


"Vi toda mi vida como si ya la hubiera vivido. Un desfile incesante de fiestas y cotillones, yates y partidos de fútbol. Siempre rodeada por la misma gente y sus banales conversaciones. Sentía como si estuviera al borde de un gran precipicio, sin nadie que me ayudara a no caer, sin nadie a quien yo le importara o se fijara en mí".

La presentación del personaje de Rose en 1912 es la de una princesa de cuento, cuya belleza exuberante va acorde a la de sus excelsos vestidos. Parece altanera y caprichosa, lo cual no es de extrañar perteneciendo a la clase alta. Sin embargo, no tardamos en descubrir que esa pertenencia es sólo aparente, y que en su interior no es como las personas que la rodean. Este es el primer paso para crear empatía con el espectador. Rose no se siente como los demás y está atrapada en una existencia condicionada, por lo que una noche decide suicidarse. Corre hasta la popa del barco y pasa al otro lado de la barandilla para saltar al mar. Por suerte, en ese momento aparece Jack Dawson, un joven al que no conoce de nada pero que resulta ser quien la ayuda a no caer, quien le tiende su mano, quien la convence de ponerse a salvo y seguir viviendo, para descubrirle luego otra existencia que se asemeja a la que ella siempre había soñado. En el primer visionado de esta película, yo aún no había experimentado la situación extrema de Rose, pero sí en los siguientes, haciendo que esta historia calase muy hondo en mí. Además, la primera vez que Jack ve a Rose se nos muestra el típico amor a primera vista, aunque bellamente narrado. Él la mira mientras uno de sus amigos compara la posibilidad de estar con ella con la de que un ángel baje y lo toque con su gracia. Rose le devuelve la mirada un segundo, la aparta, y finalmente la vuelve a posar en Jack. El director juega mucho con el plano subjetivo, es decir, los actores miran a cámara como si esta fuese un personaje más, introduciéndonos lo máximo posible en la historia.

JACK DAWSON


"Verá, siempre llevo todo cuanto necesito: aire en mis pulmones y unas hojas de papel en blanco. Me encanta despertarme por la mañana sin saber lo que va a ocurrir, a quién conoceré, o dónde me llevará la vida. Hace unas noches dormía bajo un puente y ahora estoy aquí, en el buque más grande del mundo bebiendo champán con personas distinguidas. Creo firmemente que la vida es un regalo y no pienso desperdiciarla. Nunca se sabe qué cartas te repartirán la próxima vez. Aprendes a aceptar la vida tal como viene. Así cada día cuenta". 

Todos sabemos que el fuerte de James Cameron no es escribir buenos villanos, los cuales destacan por ser malvados y ambiciosos porque sí, sin ningún trasfondo. El malo de Titanic no es una excepción, provocando un odio inmediato en el espectador, así como Jack provoca justo lo contrario. Jack Dawson no es un personaje, sino una actitud frente a la vida. Su historia representa el ideal del romanticismo: un artista, en este caso un pintor, que viaja por el mundo y que no tiene mayores pretensiones que ser feliz con lo que la vida le brinde. Este optimismo unido a su buena suerte, hacen que el conocer a Rose no le produzca sentimientos de burla o indiferencia ante su situación. Cuando Rose aventura lo que Jack debe de estar pensando: "pobre niña rica, qué sabrá ella del sufrimiento", él se comporta con una comprensión que pocas personas demuestran: "¿qué le habrá ocurrido para que creyera que no tenía salida?". Es a partir de este momento, de algo tan duro y complejo como un intento de suicidio, que Jack se ha ganado un hueco en nuestros corazones para siempre, independientemente de que no sepamos nada de él aparte de que es feliz con una vida mucho menos regalada que la de Rose. Porque Jack siempre va a estar ahí cuando ella lo necesite, para lo bueno, y para lo más terrible, siendo capaz de manejar admirablemente cualquier situación, ya sea una cena con la alta sociedad, o el hundimiento del buque en el que viajan.

EL ROMANCE

 
"Si tú saltas yo salto, ¿recuerdas? No me alejaré de tu vida sin saber que estarás bien. Es todo cuanto quiero.
―Pues estoy bien. Estaré bien, de verdad.
―¿De verdad? Yo no lo creo. Ellos te tienen atrapada, Rose. Sé que te morirás si no te liberas, tal vez no enseguida porque eres fuerte pero antes o después ese fuego que siento por ti, Rose, ese fuego puede apagarse.
―No es asunto tuyo salvarme, Jack.
―Tienes razón, sólo tú puedes salvarte".    

La historia de Jack y Rose se caracteriza por ser la de una princesa rescatada por un príncipe. Este es un argumento clásico y muy efectivo, al igual que el hecho de retratar la última prueba de amor, que consiste en ser capaz de dar tu vida por otra persona. No obstante y sin ir tan lejos, Titanic también habla de la que se hace al inicio: la ofrenda. ¿Y qué puede ofrecerle Jack, un pobre, a Rose, una mujer que lo tiene absolutamente todo, económicamente hablando? Pues la libertad, que es lo que ella más ansía. En el diálogo que he mencionado antes, mi favorito, está representado el momento en que Rose toma conciencia de este deseo, cuya forma de cumplirlo es huyendo con Jack, aunque él no se lo pide explícitamente, y eso también es hermoso. Esa misma noche Rose acepta el amor de Jack, y este le ofrece la libertad en una de las secuencias cinematográficas más preciosas de toda la historia del cine. Una sensación nueva y única, oculta a los ojos de las personas vulgares que pretendían atarla de por vida, se abre ante ella: el famoso vuelo nocturno en la proa del Titanic. Y es entonces cuando tiene lugar su primer beso.

Huelga decir que Rose no es exactamente una princesa. No es un ser pasivo durante toda la película, es una mujer fuerte muy del gusto de James Cameron, pues su cine está plagado de ellas. La protagonista toma las riendas de la situación cuando su amor incondicional es puesto a prueba. La noche del hundimiento, el prometido de Rose guarda el diamante en el abrigo de Jack para hacer creer a esta que su amado no es más que un vulgar ladrón, y aunque el espectador sabe la verdad, ella, aún sin pruebas, es capaz de jugarse el cuello buscando a Jack por el barco inundado de agua. Tras esta secuencia nuestra admiración hacia ambos personajes es absoluta, pero nos ha desligado de Rose por primera vez para crear tensión y demostrarnos así que él es intachable, en vez de plantar la duda. Sin embargo, para mí el gesto más valiente de Rose se produce cuando Jack, incapaz de ver otra alternativa, la convence para que se suba a un bote salvavidas. Mientras el bote desciende al agua, de camino a reunirse con su familia y sin posibilidad alguna de volver a ver a Jack, ella comprende todo esto, o lo presiente, y entonces salta de nuevo al Titanic y corre a su encuentro, renunciando a todo. "Si tú saltas yo salto, ¿recuerdas?"

EL FINAL


"El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos. Pero ahora saben que existe un hombre llamado Jack Dawson. Y que él me salvó, en todos los sentidos en que puede salvarse una persona".

El guion de Titanic es un guion redondo, que cierra el círculo a la perfección, con uno de los mejores finales que he visto en mi vida. Tampoco hay que olvidar que esta historia transcurre dentro de otra contada en el presente, y que es la auténtica joya que incorporan a sus vidas los buscadores de tesoros del principio, concediéndole así un valor intrínseco. No obstante, he de reconocer que cuando vi la película por primera vez estaba tan sobrecogida por el mensaje final del personaje de Jack, y por todo lo que acababa de ocurrir en la parte de 1912, que no presté suficiente atención al epílogo. Para mí, Rose dormía y soñaba con que de nuevo era joven y se reencontraba con él. Y esto no deja de ser un cierre de lo más hermoso a la par que triste, pero hay que fijarse un poco más para sacar una segunda lectura mucho más desgarradora: Rose fallece de anciana en su cama tal como Jack había augurado antes de perecer en el mar para tranquilizarla, y una vez muerta se reencuentra con él y con todos los pasajeros del Titanic. James Cameron nos ofrece así lo que desearíamos haber visto pero que ya no puede ser.

MI VISIÓN DE LA PELÍCULA 


Yo vi Titanic con trece o catorce años. Y antes sucedió algo que me gustaría poder olvidar, aunque por suerte no fue todo lo terrible que pudo haber sido. Cuando mis padres la vieron, a mi madre no le gustó, o más bien no le conmovió la historia de amor de una niña rica ni el destino de unos tipos podridos de pasta. Vale, esto último lo entiendo a pesar de que en el barco había de todo, pero lo referido a Rose no. Ya he explicado que ella renuncia a la superficialidad de su vida por la libertad. Pues bien, mi madre le dijo a mi padre que me pusiera el momento del hundimiento ya que el resto era una chorrada. Y yo lo vi, o algunas escenas sueltas. Me pareció muy realista pero poco más, porque eso es lo que sucede cuando te sacan una historia de contexto... 

El día que me puse a verla no tuvo lugar ningún otro sacrilegio, salvo que no aguanté las tres horas de película sin ir al baño y tuve que pararla, y yo no sabía el final. Por los comentarios de quienes la habían visto suponía que era triste, pero mientras la veía no lo anticipé, es más, me encontraba tan metida en la parte de 1912 que me olvidé por completo de que Rose era quien contaba los hechos, y que por lo tanto ella no podía ser quien muriese al final. Debo decir también que me había mimetizado tanto con el personaje que su muerte me habría sacado de la historia. Es por esto que en el momento crucial yo gritaba, literalmente gritaba a la pantalla que si ella moría, o si los dos morían, o si ninguno moría, la película se rompería en ese mismo instante. Esto me hizo mucha gracia cuando me enteré de que la gente no soportaba que Jack muriese, y a día de hoy me sigue resultando gracioso, especialmente tras descubrir que incluso han medido el tamaño de la tabla en la que Rose se sube para demostrar que él también pudo haberse salvado. Vale que yo sea escritora, pero no hace falta serlo para saber que esto es una historia, y que como tal obedece a una serie de normas internas que si se alteran se derrumba toda la estructura. Aparte de que esto de los finales tristes que decepcionan al público está ahora muy de moda y no viene mal recordárselo a la gente.

La reflexión podría quedarse ahí. Y os estaría ocultando información. Lo de la muerte de Jack no es la única discrepancia que tengo con los fans de esta película. De hecho, con los años he llegado a pensar que mi visión es completamente distinta. He visto Titanic cuatro veces en toda mi vida. Cuatro. A pesar de formar parte de mi lista de favoritas desde el primer visionado. Pero no puedo con ella. Me hunde la vida, nunca mejor dicho. La tristeza me persigue días después de haberla visto porque siento que es algo muy personal. Sin embargo, debo de ser la única que no llora por la muerte de Jack o por la soledad de Rose, sino por su suerte. Yo envidio todos y cada uno de los momentos que ella pasa con su amado en la historia, aunque esta vez no haya sido tan terrible porque uno de mis sueños, el de tener novio, ya lo he cumplido. No así el de volar juntos en la proa del Titanic, correr huyendo de la autoridad, fugarnos a otro país, y demás escenas que me conmueven profundamente. El hundimiento y la muerte no son una excepción, son una prueba que debe pasar para convertirse en la mujer fuerte e independiente que vemos al final. Una anciana que cumplió todos y cada uno de sus sueños gracias a Jack. ¿Y quién es Jack? Pues con los años he elaborado la teoría de que no es real. Al fin y al cabo en la parte del presente no hay ningún registro de su paso por el Titanic, tan solo el retrato que le hizo a Rose, quien amaba el arte. ¿No pudo hacérselo ella misma? ¿No pudo, en su desesperación ante la idea del matrimonio concertado, imaginarse a este personaje que le descubría el amor, la libertad y la fuerza que habitaba en su interior? Suena un tanto disparatado, ya lo sé, pero a nadie le ha sonado disparatada la historia de un pobre que es feliz y que vive por y para Rose...

CONCLUSIÓN


Titanic supone una enorme proeza técnica, en la que James Cameron debe manejar a cientos de actores metidos en un tanque de agua, así como en unos decorados que recrean el transatlántico más grande y lujoso de la época. Cuenta además con una maravillosa y emotiva banda sonora a cargo del genial James Horner. Gracias a ella me sé de memoria la canción My Heart Will Go On de Céline Dion, y las primeras cinco notas del tema The Portrait me encojen el corazón. Los actores protagonistas nunca han estado tan guapos como en esta película, resaltando los grandes rasgos de Kate Winslet con un cabello pelirrojo que le queda especialmente bien.

Aun así, al margen de sus grandes méritos, el tema de esta película no deja de ser un inmenso canto a la vida y a la esperanza. Lo que la historia de Rose nos dice a todos es que un día, cuando menos te lo esperes, algo bueno va a pasar. Algo que hará que todo salga bien al final, ya sea que reine de nuevo la alegría, que se cumplan tus sueños, o que un ángel de las características de Jack Dawson baje y te toque con su gracia. Lo que tienes que hacer es lo que él mismo dijo antes de morir: "No te rindas jamás".


Puedes disfrutar de esta entrada en formato vídeo gracias a la adaptación de Daniel González Pérez en su canal El abismo de las ideas: https://youtu.be/eWe57gy72n4

Comentarios

  1. Respuestas
    1. ¡Gracias, Marta! Es de los que llevo mucho tiempo queriendo hacer, porque hace mucho que vi esta película por primera vez, y decidí aprovechar el blog para volver a verla y así analizarla. No obstante, creo que me gusta más cómo me quedó el análisis de Westworld porque su historia a día de hoy es todavía más personal que Titanic.

      https://espirituromanticoaida.blogspot.com/2018/08/carta-de-amor-westworld.html

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  2. Me parece muy curioso e inteligente tu análisis, aunque yo no soy capaz de imaginar que Jack no exista... es un ángel de la guarda y los hay por todas partes, solo hay que abrirse a la posibilidad de dejarlos entrar en tu vida y transformarla
    Para cuando la próxima entrada? ya tengo ganas de leer otra!!!

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    1. Seguramente James Cameron no concibió el personaje de Jack como una invención de Rose, aunque después de que la gente le diese tanto la brasa con que debería haberse salvado, yo habría acabado diciendo que no existe, jajaja.

      Últimamente estoy recuperando el interés por escribir y por el blog, así que ya estoy preparando otra entrada, y esta es sobre algo que ya iba tocando: los libros.

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