Más allá de la televisión: Perdidos (Lost)

"Este es un lugar que creasteis entre todos para poder reencontraros. La parte más importante de tu vida fue la que pasaste con esas personas. Por eso estáis todos aquí. Nadie muere solo, Jack. Los necesitaste a todos, y ellos a ti".
 
 
Creo que he visto bastantes series si dejamos a un lado las de animación o las de tipo procedimental, aquellas cuyos episodios se caracterizan por ser independientes entre sí. Estas últimas fueron durante mucho tiempo la definición de serie, ya que la ficción televisiva se consideraba un género menor. Nada que ver con lo que sucede hoy en día, cuando se han convertido en el medio preferido para llevar a cabo adaptaciones de libros e incluso de videojuegos, beneficiándolas de una libertad de duración que se traduce a la vez por su mayor defecto. Porque siempre que el éxito produce dinero, tanto en el cine como en la televisión, todo se pervierte. Pero no vamos a entrar en eso.
 
Muchos son los títulos que han influido en la forma en la que se hacen las series actualmente. Por mencionar algunos ejemplos muy conocidos: Canción triste de Hill Street, Twin Peaks, Los Soprano, Juego de tronos, y la que nos ocupa, Perdidos. De las mencionadas, y de todas las series de la historia, ninguna consigue alcanzar a esta última en sus tres apartados más destacados. El primero es el de convertirse en un fenómeno cultural, o transmedial, si usamos las palabras de Simone Regazzoni, cuando aún no existían las redes sociales pero sí internet. El segundo es el de encarnar al máximo la característica opuesta de las procedimentales, presentando a muchos personajes a los que es muy sencillo llegar a conocer a fondo y empatizar con ellos gracias a sus grandes arcos de desarrollo. Y el tercero y más importante, el misterio constante que los envuelve a todos y que ha permitido denominarla drama filosófico.
 
LUNES 19 DE OCTUBRE DE 2020
 
Mi momento favorito.
 
He visto muchas series actuales, que podéis consultar en mi última entrada, pero hasta ahora nunca había disfrutado de Perdidos por su larga duración y su aparente género: el de catástrofes o supervivencia. No obstante, la razón principal por la que llegué a perdérmela en su día, fue debido a que en aquel entonces yo apenas veía series aparte de las de animación. Curiosamente, una que también se estrenó en el año 2004 y que se emitió en el canal Cuatro en España, fue House. Mi madre la grababa los martes a la noche y luego la veíamos los miércoles a la hora de comer. Esta mantenía una cierta continuidad en sus personajes, y digo cierta porque se alargó más de lo necesario, aunque presentaba elementos de las procedimentales al pertenecer a los géneros de médicos y de detectives.
 
Recuerdo bien el momento en el que por fin me senté a ver Perdidos tras ceder a las insistencias de mi novio, quien ya la había visto aunque no en su totalidad, y deseaba darle una segunda vuelta. La expresión de escepticismo en mi cara viendo el primer capítulo, el piloto más caro de la historia de la televisión en su día, dejó paso rápidamente a la curiosidad para llenarse de lágrimas en el episodio cuatro, Expedición, tras descubrir parte de la trama del personaje de John Locke. Mención de honor a su emotiva banda sonora, con un tema principal que imita el ir y venir de las olas del mar. La conexión estaba establecida. Una conexión que no he experimentado con tanta fuerza con ninguna otra serie, y ello debido, como he explicado muchas veces hablando de otras ficciones, a sus personajes. Sin embargo, cuando aún no los conocía lo bastante, me imaginé a mí misma en la isla encontrándome con Jack Sparrow, pues el nivel de inmersión que alcanza el espectador es proporcional al nivel de intriga que maneja la narración, llegando a extremos desesperantes a la par que mágicos. Porque en Perdidos los sueños sirven para alcanzar respuestas, y nosotros, después de verla, también soñamos.
 
UNA SERIE SOBRE PERSONAJES
 
Daniel, John, Ben, Jack, Juliet, Sawyer, Sun, Kate, Hugo, Charlotte, Desmond, Sayid y Miles.
 
Mis dos personajes femeninos preferidos, sin contar a Kate, porque aunque admirable la encuentro demasiado inestable, son Shannon y Libby. A ambas las despreciaba al principio, una por pija y la otra por... ejem, psicóloga. Shannon Rutherford es la más insegura de todos, y aparentemente la más inútil, pero es gracias a su estancia en la isla que consigue demostrarse a sí misma, y al resto, lo que vale. Hasta que eso la lleva demasiado lejos y muere. Elizabeth Smith, más conocida como Libby, tiene un recorrido aún menor, y es que apenas la conocemos lo suficiente. No obstante, su relación con Hugo y el hecho de que estuviera ingresada en un psiquiátrico, bastaron para encandilarme. 
 
Si hablamos de encanto y dulzura, ninguno supera a Daniel Faraday, un personaje trágico que nunca consiguió estar con las mujeres a las que amaba. Daniel es un físico brillante y excéntrico con problemas de memoria como resultado de sus experimentos, los cuales lo han alejado de la gente y de todo lo que amaba, siendo la isla una segunda oportunidad para él a pesar de la amenaza de muerte que sabe que conlleva. Y si de muertes tristes va la cosa, no hay ninguna tan injusta como la que sufre uno de los personajes más fascinantes de toda la serie. John Locke experimenta un milagro nada más llegar a la isla, considerándola una especie de dios, y convirtiéndose en un hombre de fe que contrasta con Jack, el hombre de ciencia, el racional, el médico, el líder, y el protagonista de esta historia. John es aquel que encarna a la perfección el "sentimiento oceánico" descrito por Freud en El malestar en la cultura, en tanto que desde el principio establece una singular relación de comunión con la isla, de nuevo en palabras de Simone Regazzoni.  
 
Sin embargo, os confesaré que el primer personaje con el que yo me obsesioné no fue a causa de su personalidad, sino de su físico. Algo que cambió poco después. James Ford, más conocido como Sawyer, es un estafador con una traumática infancia que oculta su lado sensible y sofisticado. Es un granuja, pero también un abusón con el que resulta muy difícil tratar. Su aparente desprecio por los demás, así como su amor por Kate, lo enfrentan directamente con Jack. Por suerte, la relación entre ellos mejora, y es gracias a su sentido del deber que intenta evitar el rapto de Walt a manos de los Otros, recibiendo una bala en el hombro en la segunda temporada. Jack tiene entonces que curarlo con la ayuda de Kate, siendo este mi capítulo favorito sobre él, Choque, ya que la medicina de campaña es otra cosa que me fascina. No obstante, al llegar a la tercera temporada noté un descenso de calidad por ser la única con tramas de relleno, coincidiendo con un mal momento en mi vida que me obligó a pararla, hasta que hubo un episodio, Cada hombre para sí mismo, en el que este sufre una tortura de lo más retorcida. Tortura que hizo que empezara a fijarme por primera vez en el verdugo en lugar de en la víctima, encarnado por un personaje que justo acababa de cambiar las tornas, y que hizo que la cuarta temporada fuese mi preferida.
 
EL VILLANO QUE ROMPE CON LA MALDICIÓN
 

"Volver a la isla. Ven con nosotros, Hugo, y todo habrá acabado, podrás dejar de esconderte, podrás dejar de preocuparte por los engaños y las mentiras. Si vienes conmigo... no tendrás que volver a mentir nunca. Por favor... déjame ayudarte".
 
Manipulador, mentiroso, egoísta, envidioso, maquiavélico, traicionero y muy, pero que muy inteligente, Benjamin Linus reúne todos los ingredientes para que tarde o temprano comprendiera que tenía que pasar a formar parte de mi panteón particular. Ya en su primera aparición debemos averiguar si es quien dice ser, un hombre inocente que nada tiene que ver con los Otros, y a medida que dudamos de él, descubrimos su carácter retorcido, peligroso y fascinante. Físicamente es lo opuesto al icono sexual que encarna Sawyer y a mi ideal de belleza masculina, carencia que suple con una astucia que no conoce límites y de la que es consciente, aunque sienta envidia de este personaje al igual que de otros como John por su conexión con la isla. En su primer enfrentamiento con Sawyer, Ben juega en su propio terreno estafándolo y demostrándole que es mejor que él. Y no será la única vez. Es por eso que me encantan sus interacciones, y es en una de ellas, en Oficialmente muertos, mi capítulo favorito de toda la serie, donde demuestra de verdad su genio tras ser encañonado por Sawyer y luego por John, salvándose gracias a las cosas que dice saber. Sin embargo, la falta de confianza que ofrece lo conduce siempre a situaciones difíciles, y si es el personaje más inteligente, también es el que más veces ha estado en peligro y el que más veces ha sido atado y apaleado por los demás, transmitiéndome mucha lástima.
 
Benjamin Linus ostenta el título de ser el villano que más ha pervertido mis expectativas. Si en un momento estoy temiendo que se vuelva bueno tras descubrir que las muertes de Karl y Rousseau no han sido cosa suya, al siguiente lo estoy odiando debido a su maldad por haber matado a otro de mis personajes preferidos: John Locke. Y por si todo esto no fuera suficiente, sus coqueteos con el lado luminoso lo abocaban a una muerte tan segura como si se tratara de un simple antagonista, ya que en esos casos esta se convierte en una muerte por redención típica de los antihéroes, como he explicado en la entrada sobre Jean Grey, y como si acabar de profesor de instituto en el limbo no fuera bastante castigo. Hay una escena en el último capítulo en la que parece que va a ser así, porque a Ben se le cae encima el tronco de un árbol después de haber empujado a un lado a Hugo para evitar que eso le suceda a él. Ni qué decir tiene que casi se me para el corazón al ver sus intenciones heroicas e intuir su rápido final. Por suerte, este no solo no se produjo, sino que los demás consiguieron liberarlo cuando parecía que también lo iban a tener que dejar allí. Si bien era extraño que siguiese con vida habiendo perdido la categoría de villano principal en la sexta temporada, fue aún más inusual su supervivencia por encima del protagonista, y aunque no se reuniera con el resto en la iglesia, tuvo no una, sino dos despedidas por parte de ellos. Yo, personalmente, no puedo estar más satisfecha. No obstante, y puestos a pedir, me hubiera encantado verle algún interés romántico correspondido, ya fuera Juliet, con la que estaba obsesionado, o Annie, quien suponemos que fue su primer amor. Así pues, solo me queda decir: Perdóname, Calígula, porque he pecado.
 
UNA SERIE SOBRE EL EQUILIBRIO
 
 
"¿Qué sucede entonces? Sucede que las narraciones ya no quieren estar en su sitio en una sociedad donde la jerarquía hechos/interpretaciones, verdad/ficción, se ha derrumbado, y circulan libremente en la nueva dimensión compleja de lo real como espacio de las visiones-versiones de un mundo finalmente perdido". 
    Simone Regazzoni
 
¿Y quién es Simone Regazzoni? Os estaréis preguntando a estas alturas. Pues es el autor de Perdidos. La filosofía, un libro corto pero denso que abarca múltiples temas filosóficos presentes en la serie de televisión, llegando a conclusiones con las que estoy muy de acuerdo. Tanto es así, que en estos momentos me encuentro leyendo Harry Potter. La filosofía, también de este escritor, y si estuviesen traducidos al castellano, me los leería todos. Regazzoni suele hacer filosofía apoyándose en obras de ficción, concretamente de la cultura de masas, aunque no se trata de análisis de las mismas, sino de reflexiones extraídas de ellas y con las que te habrás topado alguna vez en tu vida si has abierto un libro de filosofía. Es un título imprescindible si compartes mis inquietudes y si eres fan de la serie. Por desgracia no la abarca entera, llegando solo hasta la quinta temporada. No obstante, y sin pretender quitarle el puesto a este señor, para eso estoy yo aquí. 
 
El tema de Perdidos es el equilibrio. El equilibrio entre el bien y el mal, la fe y la ciencia, y la civilización y la barbarie. Este último se ve con claridad en la tercera temporada, cuando John entra en casa de Ben y descubre que tiene todo tipo de electrodomésticos y comodidades a las que él había renunciado desde su llegada a la isla. Esta posee propiedades mágicas que curan enfermedades como la rotura de vértebras de John, e incluso el cáncer. Sin embargo, Ben desarrolló un tumor en la columna, lo cual no parece tener explicación más allá de que su modo de vida moderno no es el adecuado. Como dice Regazzoni: "Locke es el anti-Robinson porque rompe con la lógica del sujeto soberano, que se esfuerza en dominar la realidad que lo rodea sometiendo a hombres y cosas, para así armonizarse con el doble movimiento mismo de la Isla". Y como ya he dicho, John también representa al hombre de fe, convirtiéndose en alguien demasiado ingenuo y manipulable, lo que acaba conduciéndolo a la muerte. Jack, en cambio, empieza siendo su antítesis, y poco a poco se transforma en una mezcla equilibrada entre el hombre de ciencia y el hombre de fe, logrando al fin cumplir su destino. 
 
En Perdidos nada es blanco o negro, ni los sujetos ni los hechos. Nada es sencillo, y todo es libre de interpretación. Como la vida. Por eso ninguna otra serie invita tanto a introducirnos en ella, a viajar a la isla, a relacionarnos con sus náufragos, y a desentrañar sus misterios. Ninguna otra está tan cerca de ser el puente ideal, al menos en su categoría, tal como explico en mi teoría de los puentes. Así pues, si os gusta desde su inicio o si la habéis descubierto tarde como yo, contádmelo en los comentarios. Y si amáis al personaje de Benjamin Linus, os recomiendo que le echéis un vistazo a mi último fanfiction en Wattpad, el más largo que he escrito y casi a la par mientras la veía: https://www.wattpad.com/story/334674099-paige-blackburn

Comentarios

  1. Hemos hablado tanto de Perdidos que no sé ni qué poner aquí, jajaja.

    Me alegro de que hayas escrito (aunque sea un poquito) sobre la serie. Después de esta segunda vuelta yo he podido apreciar todavía más la grandeza de Perdidos. Me marcó en su momento, y ahora he confirmado que desde luego es sumamente especial. Cierto que le pueden sobrar capítulos o momentos, pero por cada cosa en la que flojea tiene algo que es maravilloso. Qué banda sonora, qué personajes, qué diálogos. Y por mucho que digan, menudo final. El que no quiera entenderlo, que no lo haga. Yo la atesoraré con cariño (y, ahora, tras haberla visto contigo aún más).

    Namasté.

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    Respuestas
    1. ¿Un poquito? ¡Si he quebrantado los dos mandamientos autoimpuestos durante la escritura de mi nuevo libro! No volverás al blog... No escribirás fanfic... Es cierto que podía haber ido comentando cada temporada mientras la veía puesto que fue una experiencia de lo más intensa, pero para eso ya está mi fanfic, je, je.

      Menudo final perfecto. Si algo no se entiende de él es por qué a la gente no le gustó. Muchísimas gracias de nuevo por haberme descubierto esta obra maestra ;)

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