Los libros que más amo en el mundo

Dichosos aquellos que superan la prueba de los libros obligatorios y continúan leyendo por placer. Personalmente tengo que admitir que he perdido el disfrute que sólo provoca la inocencia de la niñez ante la inmensidad de obras pendientes. Estas son un constante recordatorio de la imposibilidad de conocerlas todas por culpa de nuestra mortalidad. Y en mi caso, debido a mis muchas rarezas, está también lo que yo llamo el autosabotaje: cuanto más quiero leer, más despacio leo. O tal vez se deba al mero hecho de ser consciente de la inutilidad de saberlo todo si luego uno es incapaz de recordar nada. Así pues me voy a limitar a hablar de mis libros preferidos, y para consultar el resto os dejo mi perfil de Goodreads.

ROMANTICISMO
 
El mar de hielo (1823-1824) Caspar David Friedrich

Parece mentira, pero todavía no os he contado cómo supe que era una romántica. Por suerte no fue pagando para hacer un test oficial como en el caso del síndrome de Asperger, aunque aprovecho para recordaros que yo misma elaboré un test de romanticismo a modo de juego didáctico que espero que hayáis hecho. Tampoco fue el día en que estudié el movimiento en clase por primera vez, calculo que en segundo o tercero de ESO, sino cuando empecé a leer el libro que mejor ilustra muchas de las características que nos hacían repetir en el instituto como loros: Frankenstein o el moderno Prometeo. Estamos ante uno de esos clásicos con cientos de adaptaciones cinematográficas y ninguna fiel al texto original, siendo conocido por todos como un icono del terror. No obstante, la novela va más allá de provocar escalofríos. El tema principal son las consecuencias de que un ser humano juegue a ser Dios, de ahí la referencia al titán Prometeo del título. Muchos estudiosos lo han visto también como la representación del miedo a la maternidad de su autora, Mary Shelley. En mi caso me ha sorprendido el personaje de Victor Frankenstein, el creador del monstruo, retratado en el cine como un científico loco cuando en realidad es un joven estudioso con el que resulta muy fácil empatizar. Además es lógico entender a su criatura, quien nunca pidió nacer, y menos en un mundo que no está hecho para ella. Por raro que resulte, ante el dilema que se producía entre los intereses de los dos, yo me posicionaba a favor de Victor. Este no quería ser el responsable de la aparición de una nueva especie, nunca había pretendido nada así, aunque eso no lo redimía de sus actos. Mi parte favorita es la frase que podéis leer bajo el título de este blog, la cual exclama Victor para expresar los sentimientos provocados por la contemplación del paisaje que lo rodea. Es el culmen del espíritu romántico, y posiblemente mi libro predilecto.

Como ya os he contado, descubrí a mi autor favorito, Gustavo Adolfo Bécquer, con una selección de sus Leyendas en clase de Lengua. Y como es natural, después quise leer el resto. Mis padres tenían un ejemplar en una edición de clásicos de la literatura universal encuadernados en piel, pero supe que ahí no estaban todas porque encontré más en otro libro, por lo que comencé a investigar en internet. Así fue cómo descubrí Obras completas de Gustavo Adolfo Bécquer de la editorial Cátedra. En su prólogo el editor desmiente muchos de los mitos que se crearon en torno al autor con el pretexto, según él, de mantener a su familia con la venta de su obra. Yo no pretendo llevarle la contraria, pero aparte de este hecho considero que lo que hay tras las palabras de Bécquer es un hombre perpetuamente enamorado de una mujer imposible. Esto es lo que me lleva a apreciarlo tanto y a volver a él de vez en cuando, ya sea para leer un poema o para echarle un ojo a uno de sus artículos periodísticos. A esta edición no le falta nada, y si queréis conocerlo en su totalidad es muy recomendable. Creo que mi leyenda preferida es El rayo de luna, una de las más tristes y hermosas.

Si os gustan los vampiros como a mí y queréis investigar las raíces del mito, o si como yo aún no os habéis leído Drácula porque es un libro grande con demasiadas adaptaciones, os recomiendo Vampiros de la editorial Atalanta. Se trata de una antología que reúne varios relatos sobre esta criatura desde principios del siglo XIX hasta casi finales del XX, con algún que otro poema y la novela corta Carmilla. Pero lo mejor de todo es su prólogo, el cual resume cuanto hay que saber del tema. Este va de Mesopotamia a Roma, explicando la evolución de su morfología, de su inmortalidad y de su vinculación con la sangre, así como la diferencia entre el vampiro y la vampiresa. También habla de su paso por la historia, desde la ilustración al romanticismo, donde destacan el relato El vampiro de Polidori, y el poema La novia de Corinto de Goethe.

FANTASÍA


En total he leído más novelas de fantasía juvenil que de adulta, y esto se debe a que es el género que despertó mi verdadero amor por la literatura gracias a la saga Harry Potter, tal como cuento en Los libros de mi infancia. Tanto es así, que mi historia favorita se halla en los videojuegos con Dragon Age: Origins por ser la más oscura de todas. No obstante, si el romanticismo está presente en mi estilo, en mis tramas hay una clara influencia de la escritora Laura Gallego García, a quien descubrí a los trece años con su tetralogía Crónicas de la Torre. Recuerdo muy bien cómo me topé con El Valle de los Lobos. Mis padres se habían ido de compras a Vigo y yo fui con ellos. Estábamos en uno de esos enormes supermercados cuando descubrí en la sección de libros, en medio de un montón de ellos, la magnífica portada que veis arriba. Esto unido a las fichas de personajes que traía al inicio y al desplegable del final hicieron que tuviese que comprarlo. La noche en que leí el primer capítulo, en el que la protagonista discute con su familia y el muchacho al cual sólo ella puede ver la consuela, me puse a llorar a lágrima viva. Y desde entonces ninguno me decepcionó. El segundo cambiaba un poco de personajes al igual que el cuarto, pero el amor trágico estaba siempre presente, y nada de lo que he leído de esta autora me ha gustado tanto. Un par de años después, cuando yo había escrito El Reino de los 5 Dragones I. El libro mágico y estaba haciendo la segunda parte, le envié una carta donde se ve que empezaba a fantasear con ser como ella por la gran admiración que le profesaba. Y no sólo eso, también llegué a decirle que me encantaría conocerla tras hablarle de mis aficiones. Una de las primeras páginas web que visité en mi vida fue la suya, y al leer sus gustos descubrí que la mayoría coincidía con los míos, cosa que no me ocurría con ninguna otra persona. Otro libro al que le debo haber escrito mi primera novela de fantasía es Enciclopedia del mundo mágico, de Judy Allen. Fue un regalo de mi madre, quien no tenía ni idea de lo completo que era, y así, a falta de documentos más serios, se convirtió en mi herramienta para despejar muchas de las dudas acerca de criaturas y objetos mágicos.

CLÁSICO


Hasta que inventen una máquina del tiempo como tal soy de la opinión de que no hay mejor manera de viajar al pasado que leyendo un libro antiguo. Resulta fascinante saber que las palabras que tienes ante los ojos fueron escritas por alguien que vivía de verdad en otra época, lo cual es preferible a leer a un escritor del presente que se imagina cómo era el pasado. Esta filia por los tiempos pretéritos es un rasgo romántico, y de hecho se considera que la novela histórica nació en el siglo XIX gracias a Walter Scott. Otra razón para leer clásicos es poder descubrir la procedencia de determinadas ideas, estereotipos o personajes. Estos se muestran a menudo en todo su esplendor, con tramas muy bien construidas y encaminadas hacia su desenlace. Por lo tanto, las obras que inauguran géneros también son de mi gusto, aunque algunas sean demasiado simples o previsibles. El propio Frankenstein o el moderno Prometeo es la primera de la ciencia ficción. Pero dejando a un lado el romanticismo, he de decir que el barroco es otro período interesante por la interpretación de la realidad como un sueño, y por aquello de: "¡Morir..., dormir! ¡Dormir!... ¡Tal vez soñar!". Un clásico que no me esperaba que me gustase tanto es La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca. Siendo una de las obras cumbres de la literatura universal está imbuida por una impresión de inaccesibilidad, aunque más allá de su filosofía posee unos elementos muy atrayentes para el lector, como son los asesinatos, la venganza, el veneno, los fantasmas, la locura y la metaficción. Yo misma disfruté de la historia de principio a fin, llegando incluso a encariñarme con el personaje de Hamlet, y sorprendiéndome con la acción del final, el combate a espada salpicado de veneno. Sin embargo, mi predilección por los clásicos puede estar producida por el inmenso alivio que supusieron en comparación con los libros juveniles obligatorios.

CÓMIC


Si he de ser sincera diré que no leo cómics buscando una buena historia, sino unos dibujos impresionantes. No por nada empecé dibujando antes que escribiendo, y también me habría gustado ser ilustradora, por no mencionar mi amor al cine y mi conexión con las imágenes. Si unimos eso a mi fascinación por el personaje de Jean Grey, tenemos que he leído más cómics de X-Men que de ningún otro tipo, así como que X-Men Origins: Jean Grey es para mí el más hermoso. Le sigue muy de cerca Interview with the vampire: Claudia's story. Es una adaptación de la novela Entrevista con el vampiro contada desde el punto de vista del personaje de Claudia, y al igual que en el cómic de Jean Grey, no hay traducción al castellano. Por suerte, si habéis leído el texto original y tenéis un nivel básico de inglés no os será difícil seguir la historia. Yo lo conseguí, y me quedé encantada al ver en imágenes esos momentos que no fueron trasladados a la gran pantalla, como el viaje de Louis y Claudia a Rumanía. La encuadernación es una auténtica delicia, de pequeño tamaño y en color rojo con las letras en dorado bajo una preciosa sobrecubierta. Los dibujos están hechos en sepia con el rojo para destacar exclusivamente la sangre y el fuego. Otra adaptación que recomiendo es la de la famosa serie de televisión Sherlock, una de mis preferidas. En este caso se trata de un manga, por lo que los dibujos no están a color y el libro se lee en sentido contrario al habitual, pero si como yo disfrutáis de la genialidad de los guiones del gran Steven Moffat, no os va a decepcionar.

CIENCIA FICCIÓN


La ciencia ficción es el género favorito de mis padres, quiénes se han leído bastantes más libros que yo, que la encuentro demasiado fría y complicada a veces. Esto se debe, como ya os he contado en otras ocasiones, a que me cuesta disfrutar una historia si no empatizo con los personajes, los cuales suelen ser absorbidos por el contexto de estas novelas. Por suerte descubrí a un autor que suponía incongruente y que en su lugar es alguien a quien me gustaría volver a leer: Philip K. Dick. Para mí el tema principal de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es la empatía como aquello que nos hace humanos. En el libro los androides son mentalmente superiores pero resultan insignificantes por su falta de empatía, aunque los humanos que los cazan deben renunciar a esta para ser capaces de matarlos. En cambio, los "cabezas de chorlito" como J. R. Isidore destacan por su inocencia, lo que parece demostrar al final que a más inteligencia menos humanidad. Pero si hay un libro de ciencia ficción que no pretende enseñar, sino sólo divertir, y que lo hace de manera excepcional con una buena mezcla de géneros es Las puertas de Anubis, de Tim Powers. La premisa de que un profesor de literatura es invitado a dar una conferencia sobre Coleridge y a viajar al Londres de 1810 para encontrarse con él, me resultó muy interesante, ya que viajar en el tiempo, en concreto al romanticismo, es de lo mejor que se puede inventar en el futuro. Esta novela de fantasía histórica alcanza el absurdo de las paradojas temporales componiendo la escena más graciosa que recuerdo, aparte de las apariciones estelares de Lord Byron y Coleridge que son de lo más original y divertido.

CONTEMPORÁNEO


En este apartado he incluido algunos libros juveniles que sí me han gustado como El príncipe de la niebla, con el que llegué a experimentar terror genuino gracias a las descripciones de fenómenos paranormales. Pero me gustaría hablar de la primera novela policíaca no obligatoria que he leído y que me ha gustado: Reina Roja. Se trata quizás de la más cinematográfica que he visto nunca, con un lenguaje sencillo y descripciones que no detienen el fluir de la trama. El habla y el pensamiento de los personajes están reproducidos de forma realista, y aunque peque de recurrir a estereotipos, la historia resulta de lo más trepidante y adictiva convirtiéndose al instante en un superventas. Sin embargo, la pregunta que todos os estáis haciendo es: ¿qué hago yo leyéndola? Muy sencillo, la culpa la tiene su autor, Juan Gómez-Jurado. Ya os he hablado de mi adoración por Laura Gallego García en mi adolescencia. Como se trata de una escritora de fantasía la única diferencia que veía entre nosotras era que ella había conseguido publicar. Con los años me he vuelto más ambiciosa, y no sólo en lo que respecta a la banalidad de vender miles de ejemplares, sino a aquello por lo que más admiro a Juan Gómez-Jurado: su erudición. Este autor, a quien descubrí en un pódcast llamado Todopoderosos, parece saberlo todo de cultura general, lo que resulta imprescindible para cualquier escritor. También es una persona mediática y carismática, y yo he fantaseado muchas veces con estar en su situación y con tener amigos como los suyos con los que compartir tantos conocimientos. Huelga decir que a él sí tuve la suerte de conocerlo en una firma de libros que se llevó a cabo cerca de donde vivo.

Comentarios

  1. Sin contar los Tintín y a Sherlock Holmes, que leía en bucle, por simple estadísticas de re-lectura: Frankenstein.
    Y por el simple hecho que recuerdo personajes y tramas como si lo hubiera terminado hace una semana, aunque lo leí hace años, Los Miserables.

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    Respuestas
    1. Me alegro mucho, pues ambos libros pertenecen al romanticismo. Cómo me gustaría viajar a Suiza, visitar la Villa Diodati, remar en el Lago Lemán, subir al Mont Blanc, y recitar la famosa frase de Victor Frankenstein. Menuda experiencia.

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